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Con ganas de volver

A los 20 ya sentía que me pasaba…ahora a los treinti tantos es como un dolor crónico. Últimamente he sentido que la vida se me escapa a sorbos…como sí un gigantesco dios, fantasma o no se qué…absorbiera a través de un gigantesco embudo los años que me quedan…
Si, definitivamente la vida es un ratico y uno no toma conciencia sino cuando pisas los 40…FRAUDEEEEEE!!
Y no es por sentirme vieja, es porque no he hecho todo lo que quiero hacer y el tiempo…ay el tiempo, es el peor verdugo del mundo.
Ahnnnn y su peor arma homicida: la rutina.
Busco/amo el cambio y le tengo tanto miedo.
Por qué ese miedo a la maldita incertidumbre…que venga el futuro desnudo y viole cada parte de mi, que yo pueda esperarte sin previsiones ni expectativas.
Aunque toda la vida me quede como una alma errante.
Y paz a sus restos…

Quién dijo despecho?

X, mi pareja hace ya algún tiempo, ama las rancheras más que si fuera mexicana (jejeje) y de apellido Fernández. Se sabe montones, de todas las épocas…lo mejor es que las canta con ese sentimiento y esa entonación…como se debe cantar por desamor.

He conocido el repertorio de Vicente Fernández, su papá, gracias a su afición y a una novela llamada La hija del Mariachi que pasaron acá en Colombia hace un buen tiempo y que afortunadamente repitieron hace poco. Y con todo lo cursi que suena, a mi también me encantó.

Un día de vinos y canciones nos pusimos hasta las y tantas de la madrugada a cantar sus rancheras. Debo confesar que a mis 35 algunas de ellas ni siquiera las había oído alguna vez.

Terminé adorándolas y esperando poder ir a ver a «Chente» antes de que se retire…

Acá algunas que seleccioné esa noche como mis favoritas

Acá entre nos

La diferencia

Por tu maldito amor

Pa todo el año

Cúales más?

Un día juré…

English: foto tomada del sitio de chavela varg...

Image via Wikipedia

No sé cuándo sea, espero que no muy pronto.

Un día juré que cuando Chavela Vargas  me tomaría una botella completa de tequila así yo me muriera de la borrachera.

Eso haré…por esta y mil razones más..

Te amo @ChavelaVargas

«YO NO ESTUDIÉ PARA SER LESBIANA… Yo he tenido que luchar para ser yo y que se me respete, y llevar ese estigma, para mí, es un orgullo. Llevar el nombre de lesbiana. No voy presumiendo, no lo voy pregonando, pero no lo niego. He tenido que enfrentarme con la sociedad, con la Iglesia, que dice que malditos los homosexuales… Es absurdo. Cómo vas a juzgar a un ser que ha nacido así. Yo no estudié para ser lesbiana. Ni me enseñaron a ser así. Yo nací así. Desde que abrí los ojos al mundo. Yo nunca me he acostado con un señor. Nunca. Fíjate qué pureza, yo no tengo de qué avergonzarme… Mis dioses me hicieron así»

In another time

Y no regresas…

Aún es 11 de octubre de este lado del mundo, una fecha precisa para escribir mi post de regreso. Hay tantas cosas por contar, tantas, tantas…que pasaría un mes escribiendo-sin detenerme-sólo mencionando algunas de las cosas que he vivido estos últimos dos años de mi vida.

Los cambios me han cambiado…Pe. dice que ya no soy la misma persona. Y a veces quisiera serlo. Pero no…ciertamente soy otra. Creo además, y ojo, aún no sé lo que debería aprender de todo esto, que estoy viviendo lo más difícil que me ha tocado en mis treinta y tantos años de vida.

Hoy, las cosas que tenían o tienen mayor valor para mi están vueltas mierda…pero me la tomo con calma. Una calma que a veces me asusta. Hace unos minutos alguien prácticamente desconocido…una colega de trabajo…me felicitó para decirme que mis decisiones han sido ejemplo para muchos en Caracas. Hoy desde Bogotá puedo asegurarles que lo único que se hacer bien, sin temor a equivocarme, es caminar, claro considerando las caídas como parte del proceso.

Este año creo que he tocado los peores extremos que puede tocar un ser humano. He perdido la cordura. He disfrutado locamente de la vida…He odiado y amado, peleado y perdonado, hablado, gritado, drogado, tirado…

Hay días…Estoy en ese punto de que nada, absolutamente nada me importa. Al menos no en lo que a mi concierne. Esto tiene sus riesgos pero asimismo sus ventajas. El miedo de mi vida está casi desaparecido y eso te lleva a una rara paz…una serenidad poco creíble que juguetea justamente con la locura.

Quizás nadie entienda nada de este post, sólo escribo sin mucho analizar..me, aunque debería.

Curiosamente mi mayor reflexión hasta ahora viene o surge de la idea de que la vida es un ciclo. Y que las cosas buenas pasan en determinados momentos, en ciclo, repitiéndose, aunque quizás no se puedan comparar. Pero así sucede. Por ejemplo, en julio del 2009, mi empresa casi se vino a quiebre por el abandono de mis socios. En julio de 2010, pasó casi lo mismo pero por la falta de pago de uno de nuestros proveedores. CICLOS. Octubre del año pasado fue un buen mes…este vino con el regalo del 10/10/10…deseos…cambios de conciencia…Dos años que han puesto a prueba mi fe en todo. Incluso en mí misma. Rezaré porque este diciembre no sea tan terrible como el del 2009. Mi solución: caminar e ir a mi lugar favorito en el mundo para cambiarle la cadencia a mi «ciclo».

Aclaro vida, para nada quiero andar más rapido, pero si quiero volver a disfrutar el ser yo misma. Eso creo que es lo que más lamento. Ser otra persona? No…

A veces no me gusta a quien veo frente al espejo. Intentaré encontrar de nuevo a Miss Wakami…

 

 

En el recuento de los daños…

irreparables

destrucción

lágrimas

ilusiones muertas

ruinas

choque

impacto de tus manos

precaución

tantísimo amor

no puedo reponerme

infierno

cruel

Resistencia, dignidad, voluntad??????????

Olvido???

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡QUÉ GANABAS CON BESARME!!!!!!!!!!!

PAL-21

Siempre he odiado las despedidas. Así como los velorios, los hospitales, las graduaciones, los últimos días de clase, cualquier cosa que implique un final…Bien podría ser una profunda aversión a romper con una rutina establecida o el culto a aquella frase «soy un animal de costumbre».

Lo cierto es que ayer me tocó despedirme de mi carro. Y no es porque haya sido El CARRO, aunque, sí, lo fue. La obsesión de tenerlo, el esfuerzo de haberlo comprado, el buscar plata por aqui y por allá, el crédito, las idas a la playa, las veces que conduje borracha luego de una rumba, el choque, las idas a la Colonia Tovar, la agonía de estar sin carro por alguna reparación, el PODER de llegar a todos lados sin esperar una cola (un aventón)…el primero.

El que mi hermano menor haya podido hacerlo antes que yo…el comprarmelo yo porque eso de cumplir la mayoría de edad y encontrar las llaves en la torta de los 18 jamás iba a ocurrirme…tantoooo significaba mi carro.  

Jamás hice el amor dentro del corsita. A lo sumo me di unos buenos besos. Nunca dormi dentro de él, le hablaba, lo besaba, a veces le decía lo maravilloso que era tenerlo, sobre todo cuando veia a alguien más creído que yo pasando penurias por no tener un carro. Aunque sea algo material y yo no sea muy apegada a las cosas, dejarlo ayer en manos de mi hermano y su esposa fue encarar el comienzo de mi partida.

Tenerlo por casi dos años y llegar a un increible kilometraje de 22 mil fue una hazaña que contaba con orgullo… 

Nuevamente y por segunda vez en mi vida decidí irme del país. Una puerta abierta en otro lugar y la posibilidad de un mejor trabajo, a estas alturas=un negocio propio. Al menos es lo que espero. Hace 13 o 14 años, ya no recuerdo, tomé la misma decisión. LA MISMA.

Ya tengo 10 años aquí, de regreso…Hoy sentada frente a mi computadora, en la casa de mi madre, veo el centro de la ciudad…con dolor contemplo una Caracas que no siento mia, me siento una extranjera más. A veces creo que nunca volví…a veces siento estar pisando un país que desconozco. Gracias a Dios esa misma ventana me deja ver el Avila.  

Anoche después de entregar las llaves me moría del miedo. Lloré y lloré mucho. Lo vivido es como una marca…un estigma…nadie quiere repetir una historia dolorosa.

Sobre todo porque ya no soy la misma niña que sin cumplir los 18 años se fue de aventura y regresó una mujer lesbiana y con el corazón roto.

Verde lejos…

Así estaba sentada, de brazos cruzados, mangalarga, ausente. Iba con esa inexpresiva mirada en el rostro, como la de la gente que se olvida que hay una vida fuera de sus pensamientos.

Llovía, y no es una cosa lúdica, yo iba contando las gotas. Estábamos una frente a la otra pero no nos habíamos percatado de eso.  Si algo compartimos esos minutos-que fueron breves-fue el vacío, pero hay que sentirse así para darse cuenta de lo que se es realmente, lo que se siente, sin enajenaciones.

Palabra complicada.

Sin aire y rodeada de gente extraña, hundida en el bullicio de una ciudad como Caracas, entre aluminio, sudor y cemento descubrí que el verde es mi color favorito. En la medida que mi ‘camionetica’ transitaba por la av. Libertador un árbol desnudaba todo su esplendor ante los tímidos rayos de sol de una tarde cualquiera que ya se iba. Otro…Otro…otro…no son muchos pero cuentan si se comparan con la nada. Atrás estaba el inmenso cerro y su verde oscuro…verde lejos.

Recordé una vez, hace unos cuantos años, y estando muy enamorada, mejor dicho, muy despechada, haber visto a quien creí era el amor de mi vida en esos reflejos. Asomada desde la ventana de la que era mi oficina en aquel entonces, los rayos de otro ocaso alumbraban para mostrarme toda la gama de verdes de un viejo árbol al que le construyeron una universidad alrededor. Y en ese reflejo de hojas verdes, verde mata, verde vida, dorado sol, aire y arcoiris…estaba ella. Nada de lo que había-habíamos vivido-se parecía más a ella que eso que sentí en aquel momento. Creo que es lo más sublime que me ha pasado…nunca más.

De vuelta a mi propio reflejo, recordando si eran gotas o lágrimas, me sentí, me ‘transformé’ por segunda vez en mi vida en algo sin piernas y sin brazos, como si todas las partes de mi cuerpo fueran inútiles. Inútil todo…lo único que me mantenía con vida era el escaso verde que resaltaba bajo mi mirada.

Entre la gente, la calle, la cola y los carros, la tarde que se iba como la vida misma, estaba aquella mata de mango llegando al ‘Country’ y un pequeño bosquecito de bambú. Lástima no me pude parar y tuve que seguir rodando.

MW

El ir y venir termina desgastándonos el alma…

Es la primera vez que escribo desde mi ofic.
Hace días vengo dándole vueltas a esta pregunta.
Por qué las personas adultas no podemos seguir amándonos como cuando éramos niños o adolescentes.
Claro, cada quien vive su amor como le da la gana, pero por qué no sentimos con la misma intensidad juvenil, con esa que nos permite meter las manos en el fuego por una persona, sin siquiera sospechar que te están engañando. Sin malicia, sin egoísmos, sin supuestos, sin historias ni prejuicios…
Claro en el banquillo primero me siento yo, con una frase más que lapidante: ya no amo igual que antes.
Ya no puedo dejar de mezclar el pasado, el presente y el futuro en un sólo pensamiento.
Ya no puedo sentir por sólo sentir, porque sentir algo por alguien, implica una acción que afecta a otras personas.
Ya el amor no es sólo un sentimiento es todo un método científico.
A diario te llanas de hipótesis, de supuestas teorías, de métodos, experimentos y teoremas que sólo pudieran resumirse en una práctica macabra del amor.
¿Dónde quedaron mis ojos de niña para verte?

Lo de siempre…

Prometo besarte como nadie en este mundo te besó

prometo amarte con el cuerpo y con la mente, con la piel y el corazón

pero Vuelve pronto, te esperamos

Ella y yo…